dimecres, 29 d’octubre del 2008

HOTEL BLUES ESTABA AHÍ: DOWN HOME ORKESTRA. SALA APOLO. BARCELONA. 04/10/2008.


La noche del sábado 4 de octubre era una noche difícil para cualquier espectáculo en Barcelona. El todopoderoso rey del entretenimiento nacional, el futbol había citado a todos sus fieles esa misma noche en esa misma ciudad, prometiendo más de lo mismo, el enésimo enfrentamiento entre equipos de la ciudad condal y de la capital del reino.
Pero recogiendo el guante del desafiante gigante balompédico, un grupo de dieciséis músicos, encabezados por los miembros de la banda Down Home, convocaban a todo aquel que tuviera ganas de emociones nuevas y de carácter excepcional, a que se reunieran en la Sala Apolo de Barcelona para presenciar una propuesta irrepetible. Se trataba de la Down Home Orkestra. Una propuesta sin precedentes en nuestras tierras. Una Big band, heredera de las formaciones más inquietas de la escena internacional como Big Bad Voodoo Daddy, Royal Crown Revue o, como no, la Brian Setzer Orquestra.
Pero Down Home, el quinteto, no necesita etiquetas ni comparaciones.
Dueños después de cinco años de duro trabajo, de una solvencia, experiencia y personalidad que les ha concedido ya una posición dentro de la escena musical de la ciudad, se disponían ahora a embarcarse en una empresa, una aventura efímera, que suponía un doble mortal a máxima altura y sin red. Un desafío que auguraba más riesgos en el fracaso que recompensas en el éxito.
Al llegar a la puerta de la Sala Apolo, un servidor pudo observar como Ivan Kovacevic, fumaba nervioso observando a la gente que se iba concentrando en la entrada. Parecía un pura sangre antes de introducirse en el habitáculo de salida del Grand National. Una señora de mediana edad, extranjera, se dirigía a un misterioso y elegante hombre que hacía tiempo, sin mezclarse con la gente: “blues tonight?”. El hombre le respondía: “No. Tonight here plays a Big Band, a great orchestra. Swing, lady, swing”
Y la señora abría unos ojos como platos y se encaminaba a la taquilla.
Una vez dentro, el swing ya se bailaba en la pista. Elegantes parejas, vestidas para la ocasión, bailaban de forma elegante en el centro de la pista. El ambiente transportaba a otra época y otros lugares.
Por megafonía se anunciaba la exhibición de baile a cargo de una escuela de swing de la ciudad condal.
Después de esta más que agradable exhibición la sala ya presenta un aforo numeroso. Y el ambiente refleja lo mismo que los movimientos en la puerta de Ivan Kovacevic, nervios, ansiedad y ganas, muchas ganas de que dé comienzo el show.
Con puntualidad, unos simpáticos y solventes maestros de ceremonias encienden la mecha mientras los dieciséis músicos se reparten en tres filas de atriles y presentan a la Down Home Orkestra. Salen a escena los miembros de Down Home y se reparten entre dos de los atriles en el caso de Duska Miscevic y Pol Prats y a la izquierda del escenario el batería Martí Elías, el contrabajista Ivan Kovacevic y el front-man, voz y dobro Hernan “Chino” Senra. Elegancia en el porte de todos ellos y pocos gestos.
Tensión en los rostros y la locomotora de Down Home que empieza a rodar con el crescendo inicial de “I´ve found a new baby”. Grito del “Chino” y explosión de todos los vientos al unísono. Kovacevic se retuerce en su contrabajo, Elías se apresura tras él, la locomotora ruge y “Chino”, el maquinista de traje marfil y sombrero negro, sonríe echando la cabeza atrás y viendo como saca humo la Down Home Orkestra.
Como una manada de bisontes, los saxos, las trompetas y los trombones resoplan por encima de un público boquiabierto.
La diligencia del swing despacha sin tregua los temas clásicos de Down Home que Kovacevic ha arreglado expresamente para la ocasión, “Runnin´out of time”, “Drivin´my blues away”, “Let my boogie”
Si con cinco músicos suenan como un trueno, con la Big Band a pleno rendimiento, el tornado de swing, crazy bluesin’, jump y boogie suena inapelable, sólido, sin fisuras y grande, muy grande.
Después de seis temas, un descanso para los vientos y en escena “Chino”, Kovacevic y Elías, atemperan el ambiente con “Bad boy blues”, y una deliciosa adaptación de “In the mood”.
Vuelta de todos los músicos y vuelta a caldear el ambiente sin prisa y con la pasión y el desgarro de “Marchito mi corazón”.
“Watch your back” vuelve a imprimir velocidad y pegada a la locomotora. “Back to my arms” endulza de nuevo el ambiente y “Foolish Mouse” incendia definitivamente la sala.
La banda se despide, las luces se encienden y uno se va calle arriba en busca de transporte repasando pasajes de una noche con regusto de irrepetible.
Con que quedarse?
Con la profesionalidad y el señorío de un superclase como Dani Nel.lo, saxo tenor, entrelazándose con Piero Cozzi, saxo barítono. Con el regreso de uno de los miembros fundadores de Down Home, el canario Gilberto Ribero, saxo alto. Con la solvencia de todos y cada uno de los trombones y trompetas que llenaron de ritmo, magia y swing la Sala Apolo.
Pero sobre todo, uno se queda con el trabajo, la ilusión, el oficio y la generosidad escénica de cinco monstruos de la categoría de Hernan Senra, Ivan Kovacevic, Dusca Miscevic, Pol Prats y Martí Elías.
El espectáculo que imaginaron, construyeron y nos regalaron, conlleva un esfuerzo titánico y ellos nos lo ofrecieron con sudor y sonrisas.
Gracias Down Home por darnos la razón a los que elegimos la música en lugar del futbol el sábado por la noche.
Por cierto, cuentan que después del concierto, vieron a un misterioso y elegante hombre y a una mujer extranjera de mediana edad perderse entre las brillantes luces de la gran ciudad entre arrumacos y que se les oía reír y cantar “…swing!, lady, swing!...”
El Director

dimarts, 21 d’octubre del 2008

HOTEL BLUES 19/10/2008

Todos tranquilos.

Volvieron puntualmente las vacas sagradas del blues en las ondas.

Los Chip y Chop del boogie, los Bud Spencer y Terence Hill del shuffle, los Riggs y Murtaugh del houserockin’, los Harley Davidson y Marlboro Man del jump-blues.
Es decir, Dragone y el Director volvieron a la carretera en el punto kilométrico en el que lo habían dejado dos semanas atrás para imponer su ritmo por las carreteras, autopistas y caminos más sinuosos del blues y el rock.

Y lo hicieron con la solvencia y el pulso firme habitual en ellos. Dejando atrás las retenciones y los peajes de la semana anterior, como la paternidad (negada, por supuesto) del Director, el paradero desconocido del Tío de América, o la baja por exceso de trabajo del Chino (bendito exceso).
Pues bien, como decía, dejaron atrás de un acelerón esas trabas y se batieron en duelo, carretera abajo, en dirección al acantilado de la media noche.

Aportó cada uno sus bazas mecánicas habituales y se reservaron algunas sorpresas a modo de parada en boxes. Dragone se sacó de la manga las novedades de Marc Ford y su Neptune Blues Club, y de Susan Tedeschi, y el Director se descolgó con el nuevo trabajo del siempre polémico dentro del mundo del blues, Gary Moore.

Ah! Y el Clásico de la Semana, en su tercera entrega: “Statesboro Blues” de The Allman Brothers Band, del mítico Live at Fillmore East.

El resto? Las bujías, tapas de delco y neumáticos de mojado habituales detallados en el siguiente set-list, una vez más insuperable.

1. Blackwater – The Quireboys (Homewrekers and heartbreakers)
2. Main drain – Marc Ford & the Neptune blues club
3. Someday baby – Gary Moore (Bad for you baby)
4. Way past long – Sonny Landreth (From the reach)
5. Out in the woods – Buddy Guy (Skin Deep)
6. I’m wild about you – Al Green (Lay it down)
7. Respectable – The Rolling Stones (Some girls)
8. Rock me right – Susan Tedeschi (Mama, he treats your daughter mean)
9. Woman, woman Blues – Eli “Paperboy” Reed (Walkin’ & talkin’)
10. Don’t get me killed - Marc Ford & the Neptune blues club
11. Gearzy’s boogie – Watermelon Slim & The Workers (No paid holidays)
12. Stormy monday – Cream (Royal Albert Hall)
13. Clásico de la semana vol.4: Statesboro Blues – The Allman Brothers Band (Live at Fillmore east)




Hotel Blues… quemando el asfalto…
Hans

dilluns, 13 d’octubre del 2008

REVISIÓN: "ESQUELETOS" - HENDRIK RÖVER


Hendrik Röver es un tipo sabio.
El se esfuerza por no parecerlo. De apariencia tímida y algo seca, mantiene un estatus de tipo respetado que disfruta de su espacio vital.
Un servidor le admira y toma nota de cada uno de sus pasos. Pero no como el fan que se le abrazaría en plena calle pidiéndole que le explicara sus movidas con la justicia en los convulsos tiempos de la primera etapa de Los Deltonos, o gritándole que “yo también soy un hombre enfermo!”
No. Yo le descubrí, en mi juventud, cuando mis sentidos estaban todavía nuevos y se ponían en alerta cuando algún estímulo musical parecía fuera de lo normal.
Un día vi en la tele a unos tipos serios vestidos con ropa negra tocar un estilo de música diferente a todo lo que había escuchado antes. Después le hacían una entrevista al cantante al pié del escenario en el que habían tocado. No le presté atención a la entrevista.
Años más tarde conocí la polémica de un grupo nacional que había desafiado a la compañía discográfica a la que pertenecían y sus problemas con la justicia. Era algo sorprendente en esa época.
Pero sobre todo, me sorprendió la manera irónica con la que llevaban el tema. En su disco de regreso, “Los Deltonos ríen mejor”, éstos colocaban a modo de burlona advertencia en la portada, un sello que rezaba “grupo intelectualmente violento”, perla con la que les había calificado el juez en esa pasada época. En este álbum de regreso Los Deltonos desplegaban lo que algunos llamaban “power pop”, de una manera que te dejaba aturdido. Un sonido eléctrico que te ametrallaba desde el primero hasta el último tema sin dejarte respirar. Para mí era simplemente rock and roll como no había escuchado nunca antes de un grupo nacional, y además tenía algo…
Y ese algo era… que eran ellos! Algo me decía que eran esa banda que había visto años atrás en la tele. Investigué y…bang! Efectivamente eran ellos. Todo cuadraba. Una banda que años atrás hacía blues, que se había visto obligada a guardar silencio durante años (oficialmente), y que volvían a la carga con un rabioso disco de rock con algún que otro mensaje con sabor a victoria y cargado de un tono irónico y una visión de la cotidianeidad cercana al sarcasmo más punzante.
Desde entonces, he ido siguiendo la senda que ha ido recorriendo Röver con atención. Con atención y con interés. Sin juzgar sus movimientos. Solo escuchando su música y saboreando las casualidades y las coincidencias en algunos gustos comunes.
Con los últimos trabajos de Los Deltonos ya había ido apuntando cambios de dirección. La magnífica versión de “Sweet Louisiana Sound” , revisitada como “Horizonte Eléctrico”, con la que abrían su álbum “Sólido”, o “Cero Grados”, del mismo trabajo, la desoladora, evocativa e inquietante “Circunvalación” con la que abrían “GT” acompañadas de “Brindemos”, “La canción” o “Noroeste”, son claros ejemplos de ese cambio de dirección. Y ese cambio de dirección era llevado como siempre por el bueno de Röver con tranquilidad, sin bandazos traumáticos, mezclando dichos temas con otros puramente escuela Deltonos, rock puro y duro en castellano.
Pero esos cambios de dirección apuntaban a un lugar en concreto.

Y ese no era otro que “Esqueletos”.
Y una vez más, servidor se quita el sombrero ante la decisión del “Hombre de negro de Muriedas”.
Esqueletos es un álbum que Hendrik Röver había de firmar en solitario. Los Deltonos son otra cosa, y llevarlos a las vías de tren, los desencuentros, las carreteras polvorientas, regresos a casa y otros planteamientos por los que discurre "Esqueletos" hubiera sido cuanto menos artificial o forzado.
Es un álbum cantado y contado en primera persona, y para degustar con tranquilidad, en el que Röver nos lleva desde la cocina de su casa un Lunes por la mañana después de otro bolo, nos hace testigos de su dialogo con su vaso preferido, deja notas que suenan diferentes en la distancia, nos habla de rupturas, de amor, de canciones cantadas antaño y ahora olvidadas y de amigos.
Y de trenes.
Un trabajo hecho con y para guitarras acústicas, banjos, guitarras de pedal, armónicas y para contar historias. Para escuchar historias. Historias con las que un servidor se identifica en ocasiones y en otras le suenan por amigos.
Y es que Röver no lo sabe, pero hace ya tiempo que es un amigo en la distancia. Un tipo de esos que al expresarse te hacen sentirte acompañado y no sentirte un bicho raro al mezclar en tus gustos musicales el rock más eléctrico, con el blues, o con tipos como Townes Van Zandt, Los Bottle Rockets, Steve Earle, Shooter Jennings, su padre o su amigo Johnny Cash.

Así que al escuchar "Esqueletos", uno no puede más que decirle a Hendrik Röver: gracias.

Y avísame cuando vayas a machacar monedas a la vía del tren!



El Director

dijous, 9 d’octubre del 2008

ATENCIÓN: CERRADO POR INVENTARIO!!


Atención amigas! Lamentamos comunicar que el próximo domingo 12 de Octubre, Hotel Blues cerrará sus puertas de 22 a 0h por inventario.

Han ocurrido en las últimos días una serie de acontecimientos que han llevado a la citada decisión. Dolorosa decisión, lo sabemos.

Han desaparecido unas fotos de Jenny Lewys que el director había esparcido por las diferentes estancias del Hotel. Alguien a escondido el ojo de Igor, la copa de cognac de Dragone, los calcetines de la suerte del Chino, los botes de laca del Tio y las correas de cuero de Hans.


Ademas ha sido encontrada en el torno del Hotel la niña de la foto con un anónimo que reza:

"Esta es Lola, la hija del Director"

El Director, en valiente actitud, se ha encerrado en su suite y ha negado la mayor.


La primera medida tomada por el gabinete de crisis ha sido la suspensión de la emisión del programa del próximo domingo. En parte para intentar solucionar los diferentes conflictos de las desapariciones, y en parte para intentar encontrar a alguien que consiga hacer dormir por las noches a Lola.


Se busca nani.

Se pagará bien.

Bueno, según se mire.



Helga

HOTEL BLUES 5/10/2008


El pasado Domingo, las paredes del Hotel retumbaron con un menú degustación de lo más exquisito, servido con sin igual elegancia por los camareros del ritmo, los chefs del blues, los maîtres del sonido, los artistas del fogón más ardiente de la fragua del compás, ni más ni menos que el inefable Dragone y el paternal Director.


El menú que se llevó la décima estrella Michelin estuvo compuesto por:


1. “Bridge to better days” – Joe Bonamassa (Live from nowhere in particular)
2. “Worry no more” – Ron Wood (Gimme some neck)
3. “Layin’ down the blues” – Eric Gales (The story of my life)
4. “Jack killed mom” – Jenny Lewys (Acid Tongue)
5. “Dirty city” – Steve Winwood (Ninie lives)
6. “Every time I sing the blues” – Buddy Guy (Skin deep)
7. “Bad rooster” – Koko Taylor (Old school)
8. “Dangerous mood” – Keb’ Mo’ (Just like you)
9. “Rock me baby” – Albert Cummings (Feel so good)
10. “Blues for Howard” – Watermelon Slim & the Workers (No paid holidays)
11. “Worried life blues” – Nappy Brown & Bob Margolin (A celebration of blues. Great acoustic blues)
12. Clásico de la semana vol.3: “Pride and joy” – Steve Ray Vaughan & Double Trouble (SRV & Doble Trouble best of. 3CD Box-set)

El postre se lo comieron junto con el Chino comentando los pormenores y los detalles de la explosiva actuación de la Down Home Orkestra de la noche anterior en la Sala Apolo de Barcelona.(foto superior). Evento que será recordado durante mucho tiempo y que proximamente esperamos comentar en este blog. Felicidades Down Home!



En definitiva, un fin de semana lleno de blues, y además, de calidad, como no.


Así es Hotel Blues y sus habitantes. Para chuparles…
los dedos.

Hans