La noche del sábado 4 de octubre era una noche difícil para cualquier espectáculo en Barcelona. El todopoderoso rey del entretenimiento nacional, el futbol había citado a todos sus fieles esa misma noche en esa misma ciudad, prometiendo más de lo mismo, el enésimo enfrentamiento entre equipos de la ciudad condal y de la capital del reino.
Pero recogiendo el guante del desafiante gigante balompédico, un grupo de dieciséis músicos, encabezados por los miembros de la banda Down Home, convocaban a todo aquel que tuviera ganas de emociones nuevas y de carácter excepcional, a que se reunieran en la Sala Apolo de Barcelona para presenciar una propuesta irrepetible. Se trataba de la Down Home Orkestra. Una propuesta sin precedentes en nuestras tierras. Una Big band, heredera de las formaciones más inquietas de la escena internacional como Big Bad Voodoo Daddy, Royal Crown Revue o, como no, la Brian Setzer Orquestra.
Pero Down Home, el quinteto, no necesita etiquetas ni comparaciones.
Dueños después de cinco años de duro trabajo, de una solvencia, experiencia y personalidad que les ha concedido ya una posición dentro de la escena musical de la ciudad, se disponían ahora a embarcarse en una empresa, una aventura efímera, que suponía un doble mortal a máxima altura y sin red. Un desafío que auguraba más riesgos en el fracaso que recompensas en el éxito.
Al llegar a la puerta de la Sala Apolo, un servidor pudo observar como Ivan Kovacevic, fumaba nervioso observando a la gente que se iba concentrando en la entrada. Parecía un pura sangre antes de introducirse en el habitáculo de salida del Grand National. Una señora de mediana edad, extranjera, se dirigía a un misterioso y elegante hombre que hacía tiempo, sin mezclarse con la gente: “blues tonight?”. El hombre le respondía: “No. Tonight here plays a Big Band, a great orchestra. Swing, lady, swing”
Y la señora abría unos ojos como platos y se encaminaba a la taquilla.
Una vez dentro, el swing ya se bailaba en la pista. Elegantes parejas, vestidas para la ocasión, bailaban de forma elegante en el centro de la pista. El ambiente transportaba a otra época y otros lugares.
Por megafonía se anunciaba la exhibición de baile a cargo de una escuela de swing de la ciudad condal.
Después de esta más que agradable exhibición la sala ya presenta un aforo numeroso. Y el ambiente refleja lo mismo que los movimientos en la puerta de Ivan Kovacevic, nervios, ansiedad y ganas, muchas ganas de que dé comienzo el show.
Con puntualidad, unos simpáticos y solventes maestros de ceremonias encienden la mecha mientras los dieciséis músicos se reparten en tres filas de atriles y presentan a la Down Home Orkestra. Salen a escena los miembros de Down Home y se reparten entre dos de los atriles en el caso de Duska Miscevic y Pol Prats y a la izquierda del escenario el batería Martí Elías, el contrabajista Ivan Kovacevic y el front-man, voz y dobro Hernan “Chino” Senra. Elegancia en el porte de todos ellos y pocos gestos.
Tensión en los rostros y la locomotora de Down Home que empieza a rodar con el crescendo inicial de “I´ve found a new baby”. Grito del “Chino” y explosión de todos los vientos al unísono. Kovacevic se retuerce en su contrabajo, Elías se apresura tras él, la locomotora ruge y “Chino”, el maquinista de traje marfil y sombrero negro, sonríe echando la cabeza atrás y viendo como saca humo la Down Home Orkestra.
Como una manada de bisontes, los saxos, las trompetas y los trombones resoplan por encima de un público boquiabierto.
La diligencia del swing despacha sin tregua los temas clásicos de Down Home que Kovacevic ha arreglado expresamente para la ocasión, “Runnin´out of time”, “Drivin´my blues away”, “Let my boogie”…
Si con cinco músicos suenan como un trueno, con la Big Band a pleno rendimiento, el tornado de swing, crazy bluesin’, jump y boogie suena inapelable, sólido, sin fisuras y grande, muy grande.
Después de seis temas, un descanso para los vientos y en escena “Chino”, Kovacevic y Elías, atemperan el ambiente con “Bad boy blues”, y una deliciosa adaptación de “In the mood”.
Vuelta de todos los músicos y vuelta a caldear el ambiente sin prisa y con la pasión y el desgarro de “Marchito mi corazón”.
“Watch your back” vuelve a imprimir velocidad y pegada a la locomotora. “Back to my arms” endulza de nuevo el ambiente y “Foolish Mouse” incendia definitivamente la sala.
La banda se despide, las luces se encienden y uno se va calle arriba en busca de transporte repasando pasajes de una noche con regusto de irrepetible.
Con que quedarse?
Con la profesionalidad y el señorío de un superclase como Dani Nel.lo, saxo tenor, entrelazándose con Piero Cozzi, saxo barítono. Con el regreso de uno de los miembros fundadores de Down Home, el canario Gilberto Ribero, saxo alto. Con la solvencia de todos y cada uno de los trombones y trompetas que llenaron de ritmo, magia y swing la Sala Apolo.
Pero sobre todo, uno se queda con el trabajo, la ilusión, el oficio y la generosidad escénica de cinco monstruos de la categoría de Hernan Senra, Ivan Kovacevic, Dusca Miscevic, Pol Prats y Martí Elías.
El espectáculo que imaginaron, construyeron y nos regalaron, conlleva un esfuerzo titánico y ellos nos lo ofrecieron con sudor y sonrisas.
Gracias Down Home por darnos la razón a los que elegimos la música en lugar del futbol el sábado por la noche.
Por cierto, cuentan que después del concierto, vieron a un misterioso y elegante hombre y a una mujer extranjera de mediana edad perderse entre las brillantes luces de la gran ciudad entre arrumacos y que se les oía reír y cantar “…swing!, lady, swing!...”
Pero recogiendo el guante del desafiante gigante balompédico, un grupo de dieciséis músicos, encabezados por los miembros de la banda Down Home, convocaban a todo aquel que tuviera ganas de emociones nuevas y de carácter excepcional, a que se reunieran en la Sala Apolo de Barcelona para presenciar una propuesta irrepetible. Se trataba de la Down Home Orkestra. Una propuesta sin precedentes en nuestras tierras. Una Big band, heredera de las formaciones más inquietas de la escena internacional como Big Bad Voodoo Daddy, Royal Crown Revue o, como no, la Brian Setzer Orquestra.
Pero Down Home, el quinteto, no necesita etiquetas ni comparaciones.
Dueños después de cinco años de duro trabajo, de una solvencia, experiencia y personalidad que les ha concedido ya una posición dentro de la escena musical de la ciudad, se disponían ahora a embarcarse en una empresa, una aventura efímera, que suponía un doble mortal a máxima altura y sin red. Un desafío que auguraba más riesgos en el fracaso que recompensas en el éxito.
Al llegar a la puerta de la Sala Apolo, un servidor pudo observar como Ivan Kovacevic, fumaba nervioso observando a la gente que se iba concentrando en la entrada. Parecía un pura sangre antes de introducirse en el habitáculo de salida del Grand National. Una señora de mediana edad, extranjera, se dirigía a un misterioso y elegante hombre que hacía tiempo, sin mezclarse con la gente: “blues tonight?”. El hombre le respondía: “No. Tonight here plays a Big Band, a great orchestra. Swing, lady, swing”
Y la señora abría unos ojos como platos y se encaminaba a la taquilla.
Una vez dentro, el swing ya se bailaba en la pista. Elegantes parejas, vestidas para la ocasión, bailaban de forma elegante en el centro de la pista. El ambiente transportaba a otra época y otros lugares.
Por megafonía se anunciaba la exhibición de baile a cargo de una escuela de swing de la ciudad condal.
Después de esta más que agradable exhibición la sala ya presenta un aforo numeroso. Y el ambiente refleja lo mismo que los movimientos en la puerta de Ivan Kovacevic, nervios, ansiedad y ganas, muchas ganas de que dé comienzo el show.
Con puntualidad, unos simpáticos y solventes maestros de ceremonias encienden la mecha mientras los dieciséis músicos se reparten en tres filas de atriles y presentan a la Down Home Orkestra. Salen a escena los miembros de Down Home y se reparten entre dos de los atriles en el caso de Duska Miscevic y Pol Prats y a la izquierda del escenario el batería Martí Elías, el contrabajista Ivan Kovacevic y el front-man, voz y dobro Hernan “Chino” Senra. Elegancia en el porte de todos ellos y pocos gestos.
Tensión en los rostros y la locomotora de Down Home que empieza a rodar con el crescendo inicial de “I´ve found a new baby”. Grito del “Chino” y explosión de todos los vientos al unísono. Kovacevic se retuerce en su contrabajo, Elías se apresura tras él, la locomotora ruge y “Chino”, el maquinista de traje marfil y sombrero negro, sonríe echando la cabeza atrás y viendo como saca humo la Down Home Orkestra.
Como una manada de bisontes, los saxos, las trompetas y los trombones resoplan por encima de un público boquiabierto.
La diligencia del swing despacha sin tregua los temas clásicos de Down Home que Kovacevic ha arreglado expresamente para la ocasión, “Runnin´out of time”, “Drivin´my blues away”, “Let my boogie”…
Si con cinco músicos suenan como un trueno, con la Big Band a pleno rendimiento, el tornado de swing, crazy bluesin’, jump y boogie suena inapelable, sólido, sin fisuras y grande, muy grande.
Después de seis temas, un descanso para los vientos y en escena “Chino”, Kovacevic y Elías, atemperan el ambiente con “Bad boy blues”, y una deliciosa adaptación de “In the mood”.
Vuelta de todos los músicos y vuelta a caldear el ambiente sin prisa y con la pasión y el desgarro de “Marchito mi corazón”.
“Watch your back” vuelve a imprimir velocidad y pegada a la locomotora. “Back to my arms” endulza de nuevo el ambiente y “Foolish Mouse” incendia definitivamente la sala.
La banda se despide, las luces se encienden y uno se va calle arriba en busca de transporte repasando pasajes de una noche con regusto de irrepetible.
Con que quedarse?
Con la profesionalidad y el señorío de un superclase como Dani Nel.lo, saxo tenor, entrelazándose con Piero Cozzi, saxo barítono. Con el regreso de uno de los miembros fundadores de Down Home, el canario Gilberto Ribero, saxo alto. Con la solvencia de todos y cada uno de los trombones y trompetas que llenaron de ritmo, magia y swing la Sala Apolo.
Pero sobre todo, uno se queda con el trabajo, la ilusión, el oficio y la generosidad escénica de cinco monstruos de la categoría de Hernan Senra, Ivan Kovacevic, Dusca Miscevic, Pol Prats y Martí Elías.
El espectáculo que imaginaron, construyeron y nos regalaron, conlleva un esfuerzo titánico y ellos nos lo ofrecieron con sudor y sonrisas.
Gracias Down Home por darnos la razón a los que elegimos la música en lugar del futbol el sábado por la noche.
Por cierto, cuentan que después del concierto, vieron a un misterioso y elegante hombre y a una mujer extranjera de mediana edad perderse entre las brillantes luces de la gran ciudad entre arrumacos y que se les oía reír y cantar “…swing!, lady, swing!...”
El Director
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